jueves, 5 de mayo de 2011

Soy archivera y voy a twittear


   Ya lo he comentado en alguna entrada lo que pienso de la formación en el entorno de la documentación. Pero cada vez que reflexiono sobre por qué la profesión de archivero es tan, tan oscura, me dan ganas de gritar que no, que las personas que trabajan en el archivo no llevan manguito y visera, que apuestan por las nuevas tecnologías y medios de comunicación.



   Entiendo y reconozco la labor tan magnífica que se realiza en los archivos históricos pero la herencia profesional de las últimas décadas está lastrando otros ámbitos de actuación como es la participación en la génesis de la documentación. Y no me refiero a los procesos de gestión, sino a la participación transversal en las entidades que producen documentos. Me refiero a políticas de seguridad de acceso a los documentos en las intranets corporativas, al uso del cuadro de clasificación por parte de los productores documentales (administrativos, técnicos, etc.), a los criterios de qué se conserva en papel o en otros formatos...

   Si nos asomáramos y viéramos nuestro colectivo desde una torre podríamos observar a muchas hormiguitas que se reinventan cada día, que tienen que gastar mucha energía en su profesión. A veces casi más que en su trabajo. Esa "autonomía colectiva" nos ha proporcionado durante mucho tiempo la falsa sensación de ser importantes en nuestro trabajo pero, a la misma vez, una impotencia de medios y recursos sorteados gracias a proyectos específicos.

   No contamos con foro propio. Vale que Arxiforum nos sirve para descargar algunas de nuestras frustraciones pero ¿van más allá? Yo creo que la mayoría se quedan ahí. Pero claro, como somos un colectivo escrupulosamente discreto... es más, y no me incluyo porque no he pasado por ello, estoy convencida que la mayoría de los profesionales (facultativos, ayudantes y auxiliares) son personas muy muy cultas a tenor de los temarios de las oposiciones. Ahora bien, y quizás por el mismo motivo, me parece un colectivo que poco a poco se va a quedar relegado a ser los guardianes del tiempo del papel. El resto de tareas las realizarán los documentalistas, gestores documentales, record managers o como bien quiera que se llamen. A lo mejor esa es la solución más acertada ¿quién lo sabe?

   Yo por mi parte estoy en un momento de reciclaje profesional y sin abandonar mi vocación (aunque a lo mejor, sí su nombre) he decidido empezar a twittear ¡a ver qué pasa!